Autoría: Mónica Díaz Vera, Constanza Mena Maino
La llegada de un niño con trastornos visuales al mundo inicia un camino lleno de complejidades y desafíos. Retrasos del aprendizaje, falta de comunicación con el ambiente y dificultades en la comprensión del entorno, son solo algunas de las luchas que le esperan a él, sus padres y profesores. Por ello, la estimulación temprana de sus sentidos y la motivación hacia el aprendizaje espacial son instancias vitales para mejorar su relación con el medio.
Espacialidad del niño que no ve plantea principios y propuestas de reconfiguración física y sensorial de los tejidos espaciales que enmarcan el cotidiano del menor, con el fin de promover la construcción de una ciudad respetuosa y acogedora de las singularidades de cada uno de sus habitantes.